"Ya en las puertas del nuevo milenio, quienes estando al servicio de las armas nos entregamos en cuerpo y alma al cumplimiento de nuestro juramento de lealtad a la Patria, seguimos sufriendo en carne propia los embates de una discriminación que pareciera no tener fin, mientras contemplamos azorados la impudicia con que los derrotados de ayer compiten por demostrar abiertamente su anterior militancia, a través de publicaciones de todo tipo en las que, invariablemente, manifiestan su orgullo por haber pertenecido a las organizaciones terroristas que combatieron contra las fuerzas legales, aunque, cínicamente, nada revelan sobre sus propios crímenes.

Mientras tanto una Justicia que registra el récord histórico de juicios políticos a sus integrantes, actúa con presteza complaciente ante cualquier denuncia de supuestas violaciones a los derechos humanos de los derrotados, rechazando sistemáticamente los argumentos jurídicos inobjetables con que se demuestra su improcedencia. Pero esa presteza se convierte rápidamente en elaborada morosidad a la hora de resolver la situación procesal de quienes injustamente padecen prolongadas detenciones que casi nunca se aplican a los corruptos y a los delincuentes.

Peor aún, estamos asistiendo a la claudicación reiterada de los principios de soberanía que deberían resguardarnos de injerencias extranjeras ideologizadas, con la aparente complacencia de algún candidato y con la aberrante complicidad de algunos representantes del Ministerio Público, convertidos en defensores de quienes intentan someternos a la más moderna forma de colonialismo, antes que en celosos custodios del bien supremo a tutelar: la Patria de todos, no la de un sector.

Sin embargo, frente a este decepcionante panorama, nos permitimos abrigar la esperanza de que se puedan encontrar vías de solución. Nuestras entrevistas con representantes de los más importantes sectores de la vida nacional --incluidas las principales fuerzas políticas-- nos han dejado la certeza de un grado de comprensión de las posiciones que sustentamos, si no unánime, por lo menos ampliamente mayoritario, inimaginable poco tiempo atrás. Sólo esperamos que esa comprensión, manifestada en privado, se transforme rápidamente en acciones jurídico-políticas que permitan desarrollar las fórmulas de pacificación que, como lo hemos manifestado reiteradamente, permitan sepultar odios y revanchismos.

Sirva esta declaración del Grupo de Almirantes Retirados como expresión de esa esperanza nuestra. Que Dios ilumine a nuestros dirigentes y proteja a todos los argentinos sin excepción.

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