Nota publicada en el diario 'La Razón' de Buenos Aires - Argentina, sobre el incidente diplomático con la dictadura comunista cubana.
- El conflicto con Cuba: sólo cabe esperar la solución biológica -
por Juan Alemann
El exabrupto de Fidel Castro creó un conflicto tan inevitable como innecesario con la Argentina. Un gobierno con un mínimo sentido de honor no puede aceptar una calificación soez como la de "lamebotas". Tampoco es admisible una actitud tibia hacia un dictador responsable de graves violaciones de los derechos humanos.
Castro asesinó a miles de personas y sometió a otras miles a reclusión en condiciones inhumanas. No habían puesto bombas, matado o secuestrado gente como nuestros montoneros y erpianos, sino que sólo eran disidentes políticos.
Que el juez español Baltasar Garzón, que acepta denuncias contra militares argentinos y chilenos como la cosa más natural del mundo, haya rechazado una denuncia rica en datos concretos por parte de exilados cubanos contra Fidel, no cambia los hechos. Por otra parte en Cuba no existe un régimen democrático, con elecciones libres y todo lo demás.
Es lógico que el actual Gobierno mantenga la posición del de Menem y no del de Alfonsín, quien con su actitud prescindente sólo provocaba la justificada irritación de los EE.UU., a la par que era incongruente con su dura posición frente a los militares argentinos. Por otra parte no deberíamos olvidar que en 1968 Cuba envió a nuestro país un grupo de entrenadores, que dieron impulso al incipiente movimiento Montoneros y constituyeron la semilla de la tragedia argentina de la década del "70.
La crisis de Cuba es terminal
Estuve en Cuba en diciembre de 1998. La Habana se cae a pedazos, los escasos automóviles son modelos de la década del 50 o bien Fiat 1600 que la Argentina entregó en 1973 y 1974. Algunos automóviles nuevos pertenecen a altos funcionarios y en su mayoría a diplomáticos.
También se ven bicicletas con un carro acoplado para dos pasajeros, en las cuales un hombre, a la manera de un riksha hindú, transporta turistas. Es indigno que un ser humano cumpla la función de un caballo o un burro. Estuvimos en un hotel, construido a mediados de la década del 50 como parte de la cadena Hilton, que Castro se quedó sin indemnización y que ahora se llama "Habana libre". Como se vino abajo, el gobierno se lo entregó en concesión a la cadena española Trips, que lo estaba poniendo en condiciones. Al atardecer el lobby del hotel se transformaba en una romería de prostitutas. Conté no menos de 50 en una hora. Son lindas chicas, que según me dijeron, normalmente trabajan en tareas dignas. Pero como ganan entre 30 y 50 dólares por mes, la tentación de ganar más de 100 en una noche es muy grande. En su momento Castro dijo que Cuba (la de Batista) era el burdel de los EE.UU., lo cual era indigno para el pueblo cubano. Tenía razón. Ahora es el burdel de muchos países, con la diferencia de que las mujeres cobran mucho menos.
Cuba pudo subsistir económicamente después de la revolución gracias a elevados subsidios de la Unión Soviética, que llegaron a superar los U$S 1.000 millones anuales. Cuando eso terminó, la economía sufrió un duro golpe: en los cuatro años que siguieron a 1989 el Producto Bruto Interno bajó en más de un tercio, y la escasez de toda suerte de bienes aumentó. Entonces Castro dejó de lado su política contraria al turismo extranjero, que según su pensamiento original "contaminaba" a la población, para acordar con cadenas españolas la instalación de hoteles y zonas turísticas. De eso vive Cuba ahora. En realidad, ya antes había intentando expandir la hotelería, pero sin mayor éxito.
La deuda impaga con la Argentina
Durante el gobierno de Alfonsín Cuba había logrado que el Banco Central argentino aprobase un crédito por más de U$S 100 millones para una financiación blanda de elementos para construir una serie de grandes hoteles en Varadero. Cuando el FMI se enteró de tamaño disparate, frenó la operación, que en ese momento ya estaba formalmente consumada, con carta de crédito irrevocable aceptada. El caso terminó en un juicio al Banco Central. Sin duda era absurdo que una Argentina que entonces se encontraba en situación de cesación de pagos con el exterior, concediese un crédito a Cuba, que entonces ya era deudor moroso de nuestro país.
Cuba mantiene una deuda impaga con la Argentina, concedida en 1973, cuando era presidente Héctor Cámpora y ministro de Economía José Ber Gelbard. Eran originariamente U$S 810 millones, que con intereses impagos (a tasa libo más un punto porcentual) llegan ahora a unos U$S 1.300 millones. Con ese dinero se financió el envío de automóviles, tractores y algún otro elemento. Diversas gestiones de cobro fracasaron. El gobierno cubano no tuvo la menor voluntad de pago, ni siquiera a través de una conversión de la deuda en terrenos y una financiación interna para construir hoteles. La verdad es que un país quebrado como Cuba simplemente no puede pagar. Es más: eso ya se sabía de antemano.
Nuestro comercio con Cuba se limitó el año pasado a unos U$S 50 millones de exportaciones y unos U$S 3,5 millones de importaciones desde ese país. En 1996 las exportaciones llegaron excepcionalmente a U$S 125 millones y las importaciones a U$S 8,4 millones. Se plantean más operaciones de venta a Cuba, como hace poco una de poroto negro por 90.000 toneladas a entregar en el curso de cuatro años. Pero como el Banco Nación teme con toda razón que Cuba luego no pague, las operaciones no se pueden instrumentar.
Cuba después de Castro
Cuando Castro muera, lo cual previsiblemente sucederá en los próximos años, su sucesor no podrá continuar con el régimen por él implantado, ni podrá mantener el aislamiento. Entonces Cuba reingresará a la comunidad internacional de naciones y las cosas cambiarán rápidamente. Lo que el mundo le exige es democracia y retorno a una economía de mercado con propiedad privada, algo que de todos modos es históricamente inevitable. A su vez, los EE.UU. exigen un reconocimiento de los bienes confiscados. Algunos, como el hotel mencionado, deberán ser devueltos a su dueño. En otros casos se tratará de una reparación moral y nada más que eso.
A partir de allí Cuba crecerá rápidamente, por aumento del turismo, del cual ahora los norteamericanos están excluidos, y de otras actividades, que atraerán inversiones. Entonces también se podrá negociar una solución para la deuda con nuestro país, y se podrá incrementar el intercambio. Porque el país tiene una población inteligente y educada, apta para una economía moderna. Fidel Castro implementó un muy buen sistema de educación general, lo cual paradojalmente actúa ahora contra él, ya que no puede satisfacer las expectativas de la gente.
Una población con educación advierte que Castro ha llegado al final de su camino y que se requiere un cambio para que se pueda progresar. Se da en cierto modo un caso análogo al de Alemania Oriental, cuyo régimen comunista se hizo inaceptable para la población, en cuanto ésta advirtió y conoció lo que era Alemania Occidental. En el caso de Cuba, la cercanía con los EE.UU., la enorme cantidad de cubanos exilados en Miami y el turismo masivo, tienen un formidable efecto de demostración.
El sistema comunista, que Castro sigue sosteniendo, identificándolo con "la revolución", así como sus permanentes diatribas contra el capitalismo norteamericano, chocan de tal forma con la realidad, que hacen aparecer a este dictador ante la población como un anacronismo. Los cubanos saben que no pueden rebelarse, ni hacer nada para cambiar su destino. Simplemente esperan que Fidel Castro se muera. Nosotros debemos asumir la misma actitud.
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